lunes, 28 de abril de 2008

La secreta levedad del ser

Sientes un ruido y te remites a los trazos de una casa antigua. Su aroma, que en mi caso siempre aparece, las sombras que extrañamente después de tanto tiempo saben a cobijo, los pequeños espasmos de madera vieja de piso, algunas veces relucientes, otras veces con el gentío mío acechando.

Sientes el viento, despiertas, un pequeño palpar gélido te golpea la cara. Ese es un sitio común y conocido aquí, miras alrededor, quienes te rodean, esperan todos el bus colectivo como tú, y todos con cara de nadie existe. El ruido otra vez en solitario, como un recuerdo de a lo lejos, como con pena, como un viejo muelle abandonado lleno de bulla y risas de alguna vez.

El bus no llega y se hace tarde. Comienzas a cantar suavemente para ti, quieres ahuyentar memorias tristes, quieres reconocer que tu garganta aún tiene vida, quieres saber que es cierto que existes.

El bus llega, la anciana delante de ti con todo un siglo acuestas se esfuerza en afianzar su lugar como si asegurara su sitio en el cielo, y sin embargo antes de subir te mira, y un suave tu bello canto nos acompañó en la espera. Y tú te la quedas mirando y sonríes y agradeces, te la quedas mirando mientras se sube decidida, te la quedas mirando, esa mujer y todos existieron.

El viejo muelle no ha desaparecido. Los recuerdos tampoco.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

"Como un recuerdo a lo lejos, una pena..."

Usted debiera ver estos autobuses de los lunes llenos de gente.

Carola. dijo...

¡Qué maravilla!

Amalia dijo...

Qué belleza tan acogedora! A veces pensamos que la belleza es como un sueño; por estos días ha cambiado mi percepción de ella, la belleza es más cruda de lo que creemos. Nos seduce porque se oculta en el ruido. Deja sus vestigios en los lejanos recuerdos, que algún día tomamos ya desnudos y nos (a)parecen... bellos.

te vi en el portal, gracias por compartir tus obras, las leeré con detención y te comentaré.

Carola. dijo...

Un beso de miércoles por la tarde escuchando música inusual.

sole dijo...

estoy con la ventana abierta a la calle, hora en la que los vecinos intercambian sus buenos días...
-avui serà un bon dia, ¡matí de sol!-
y yo confío en sus pronósticos, confío en los tuyos, en los de todos, al final son los mismos... no es mucho pedir, sentir que existimos, que somos todos en cada uno y en el otro.
como la señora, también escucho los murmullos que cantan en las esperas, aunque a veces no lo resisto e intervengo con mi desafinada garganta;)
imagino como debe haberse mordido la lengua la pobre compañera de espera para no seguirte el canto.... jaja
gracias por tus palabras....

un beso

HumP dijo...

Me encanta leerte,eres evocador de emociones y eso me gusta.
Paso hace tiempo pero hoy he pensado que te gustaria que te lo comentara.

Un abrazo.Humphrey

Marina Culubret Alsina dijo...

Un canto que hilvana miradas, miradas que ven.
Es un gusto leerte, Marcelo.
Saludos,

:-)