martes, 6 de mayo de 2008

Dime con quién andas...

Mirar la cotidianeidad soterrada que se esconde tras la siesta de un libro compartido. Mirar la mesa vacía después del almuerzo, un par de servilletas sin usar, una mancha de vino con la forma casi de un pez, los platos y trastos sobre el fregadero, la ventana un tanto abierta, todos durmiendo y repartidos alrededor inocentemente, una suave brisa jugueteando ligeramente con la cortina. Hace una hora, todos riendo entre cigarrillos y café, inventando cuentos, enlazando memorias, mucho de lo mismo, todo de lo mismo, mucho de todo sin salvar verdaderamente alguna tibieza que sembrara nuevos sueños. Entonces te encuentras a ti mismo en la cotidianeidad soterrada que se esconde cuando miras tu rostro en solitario en el espejo, y allí aparece ese hombre al que te pareces pero que no conoces, y lo miras detenidamente y te preguntas cómo será posible que de allá dentro es de donde sale ese pensamiento de mirarte y no saber quién cresta eres entonces, ni hacia dónde vamos, ni donde estás. Y te recuerdas de esas lienzas en que nadie te dio respuesta, de esas miradas de hierro cuando te obligaron de niño a besar a tu abuelo que jamás nunca tuviste cerca, y de cuando preguntaste por aquella escultura tamaño hombre frente a la Catedral de La Habana y nadie supo decirte quién era pero no importaba porque se sentía su compañía cerca.

Vuelves a la sala y miras los trastos y la mesa vacía. Todos duermen. Un amigo hermano con sus ojos a medio abrir te comenta entre sueños sin usar palabras que seguirá durmiendo pero que se siente bien haciéndolo aquí contigo, y tú le sonríes, y le acaricias el pelo como si con una frazada le dieras cobijo, y él responde volviendo a sus sueños acomodándose para no despertar más. Y tú los miras a todos, en silencio, con ese silencio dulce de que a todos pertenece, y tal vez por este ínfimo episodio, soñando lo mismo y viviendo juntos en tu anhelado país de los afectos.

Y entonces te diriges a tu habitación escritorio con sigilo, y cierras la puerta suavemente, en tus audífonos Antony and The Johnsons cantan “The Lake”, y mientras todos duermen, comienzas a escribir.

7 comentarios:

Carola. dijo...

El panorama no puede ser más evocador y más inspirador al mismo tiempo.
Dulces sueños con brisa.

Marina Culubret Alsina dijo...

la "cotidianeidad soterrada".., me gusta esta palabra.

Se respira paz, incluso mientras leía iba avanzando como de puntillas, sin hacer ruido.

Saludos, Marcelo

:-)

siempre el mar dijo...

hola¡¡¡ he llegado aquí a través del blog de Carola y me ha gustado encontrar imagenes y palabras que me han reportado paz.
Me gusta tu sitio.
besitos

Carola. dijo...

Pequeño regalo en mi lugar azul.

Sirena Varada dijo...

Es fascinante descubrir puntos en común en muchas reflexiones e identificarse algunas de las sensaciones descritas en tus entradas.

Tienes razón, las sirenas no varan, eligen donde posarse; preferiblemente en naves solitarias, perdidas y tan atrayentes como este bote azul. Espero que no te importe que me acerque hasta él para recrearme en sus imágenes y palabras.

Amalia dijo...

recojo algo de los comentarios: "se respira paz", mmm sí, aunque con la paz no tengo siquiera relaciones diplomáticas. "evocador", me gusta, pues me suena a una invocación, un llamado a ése que yace entre espejos. ¡Ven! no cesa de gritar alguien al silencio. pero, metámoslo a la batidora: respirar, inspirador; parece que tu escrito suscita un atmósfera, un aire, una nariz (conducto que no atrapa, sino que deja circular).
A menudo me ha sentido tentada a pensar ¿o dudar?(de hecho simpatizo más con la tentación que con la paz) que la escritura no es sino captar el tránsito de un espejo a otro. El "quien soy" se responde a sí mismo "soy alguien"; mas, como somos una contradicción andante que, a pesar de todo, camina (descripción muy similar al método escéptico de seguir indagando)mientras más nos conocemos, mas nos desconocemos.
Tu escrito se contrdice y ¡vaya que lo celebro! pones en crisis los sentidos (cuando narras esa voz ante el espejo, que es la voz de un interior) y nos haces estallar sensualmente.
Se trata hacer de los sentidos algo superficial, mas, como dice Spinoza ¡no sabemos lo que puede un cuerpo! (los signos de exclamación son míos y de quien quiera compartirlos)

cariños

sole dijo...

... ella hacía un gesto; sus manos de su cabeza hacia afuera y luego la versión chilena (latina) las manos del corazón a la cabeza y de ahí hacia a afuera, como un saludo, una reverencia desde el país de los afectos (ese que llevamos tan tan tan adentro). yo seguiría jugando a inventar palabras chilenas en forma alemana preguntasrespuestas abrazodesaberseuno festejodememoriaqueconstruye (salió un poco larga, pero justo frente a mi leo caja que pone una de 24, o sea, no estoy tan mal). demosleconlabusquedadelmimismo y si es con esa bandasonora mámejol. un abrazo