Un día aquel artesano no apareció más, y un enorme vacío se apoderó del mundo.
Mi cumpleaños 33 lo recibí sentado en el último rincón a lo alto de un legendario teatro de Londres, era Ricardo II de Shakespeare, una obra difícil para cualquiera, y se apareció ese pequeño hombre de Hollywood resistido a muerte por los ingleses, que tenía que hacer olvidar su procedencia, que tenía que reinventar esos mismos tristes ojos de American Beauty, que tenía que verse a la altura de Dios con su espléndida corona, se apareció él, en silencio, sin más gesto que él ante el universo completo y la historia entera en medio del escenario, él, de pie y cuerpo entero, erigiéndose sobre sus propios fragmentos, petulante y pequeño a la vez de mirada a tajo abierto, abismalmente generosa, humana, descarnada, sin esperar nada, los pechos todos se apretaron no sé cómo, las gargantas también, sólo él, solo, por un año inmenso sin mencionar palabra alguna, sin ningún rizo de aire más que el del firmamento que también se detuvo… Entonces algo extraño sucedió en el todo, todos entendimos el pacto y en silencio absoluto acicalamos de blanco el envoltorio de su alrededor como si fuéramos orilla, y el hombre empezó su cantado relatar, su verso narrado, y aquellas horas se extendieron de nube, como si estuviéramos sentados de tranco de calle cerro, y todos fuimos lo mismo.
Benditos los artesanos, resistidos, invisibles, inocentes, culpables, capaces de encontrar acogidas de la nada, son los últimos creadores del mundo, no conocen lo efímero ni el mal ayer, están condenados a muerte por el escupo de facha antes del encuentro de aquellos que ya no saben que lo enajenado se ha comido su nervio, se ha comido la mirada mutua, se ha comido la más pura ilusión.
Escribo esto al son de Chinoy, que se entristece a veces porque es difícil mantener la voluntad en el proyecto de ser ángel y no gusano, de ser pobre pero no miserable. Benditos los artesanos todos, llegará la noche en que no empañaremos el agua, que vendrá la vida con sus arterias llenas de parches para seguir la flor brotando de la vereda, que eliminaremos la ropa del pobre y podremos ver como le aparecen alas. El no creer que han existido y existen es la primera sentencia. Nosotros paso a paso, hemos de seguir.
15 comentarios:
marcelito...bendita pobreza que te obliga a escribir tales preciosuras.
Tamaños tesoros...
Todos tenemos lugar en este mundo.
Bienvenido a mi blog.
Gracias por pasar.
me recordaste este escrito de eduardo galeano, los nadies: "los hijos de nadie, los dueños de nada...
Que no hacen arte, sino artesanía.Che , simpre me rebotan los comentarios.-
Me sonò increìble Chinoy con el texto. Debe ser porque nacì en Valparaìso.
Notable, y al son de Chinoy???, muy weno, saludos compipa, m.
Hola. ¿Tú eres Chile? Y todo lo otro no? Todo es Chile, me imagino.
Chinoy también es un incomprendido, parece. Es muy bueno.
Saludos :)
Chinoy también es Chile
tú Gabriel también eres Chile
el que está escribiendo también es Chile aunque esté en otro planeta,
¿hay reparos en gritarlo a los cuatro vientos?, me imagino que no, no tengo tiempo para dudas. Y ser Chile no me pone de ninguna manera sobre ninguna cosa, a eso le llamo certeza. Y ser Chile no quita de ninguna manera que mi mesa larga traspase la cordillera, a eso le llamo anhelo.
(¿viva chile...mierda?)
Marcelo, has escrito un texto muy profundo.
Gracias por visitar mi blog de pruebas y dejarme ese regalazo.
Saludos desde Barcelona (España).
A mi me pareciò como si hubieses hecho que estabas, pero no estabas.
Precioso todo tu blog!
Amé las fotos!
Solo consiste en aceptarnnos y que nos acepten, saber cual es el lugar de cada uno no nos hace deviles, sino todo lo contrario.
Un abrazo Marcelo
Humphrey
Tus palabras siempre llegan , tu relato, maravilloso :)
Besos, chileno :) por qué no gritarlo?
Besos y felicidad
Son muchos los que en el viaje ven piedras y no camino, los que identifican la ausencia con el silencio. La distancia engulle los corazones del mundo mientras la música del pasado atrona silente.
"La voluntad en el proyecto de ser ángel y no gusano". Conocí ángeles tristes y gusanos alegres; ahora sólo veo ángeles agusanados. Sin embargo, la voluntad siempre quiere pero no puede, al contrario que la conciencia.
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